Hoy celebramos el centenario del nacimiento de Rubén Lena, un hombre que marcó la historia de la música y la educación en Uruguay. Nació en Treinta y Tres el 5 de abril de 1925 y, desde muy joven, encontró en la enseñanza y la música su verdadera vocación. Como maestro rural, descubrió que las canciones que debía enseñar a sus alumnos no reflejaban la identidad del pueblo uruguayo, por lo que comenzó a componer su propio repertorio, creando melodías y letras que hablaban de la vida en el campo, de la gente sencilla y de la historia de nuestra nación.
Con una sensibilidad única, Rubén Lena se convirtió en un referente de la música popular uruguaya. Su talento y su amor por la cultura dieron forma a un cancionero que trascendió generaciones. Sus obras, interpretadas por artistas como Los Olimareños, Alfredo Zitarrosa y Santiago Chalar, lograron instalarse en el corazón del pueblo. Su canción más emblemática, A Don José, fue reconocida oficialmente como himno cultural y popular del Uruguay, un verdadero homenaje a la figura de Artigas y a los valores que él representó.
Pero su legado va más allá de la música. A lo largo de su vida, Lena demostró un profundo compromiso con la educación y la cultura. Fue maestro, director y formador de generaciones, dejando huella en cada escuela donde trabajó. A pesar de las dificultades y la persecución que sufrió durante la dictadura, nunca dejó de creer en la importancia de la enseñanza y el arte como herramientas de transformación.
Hoy, al conmemorar los 100 años de su nacimiento, recordamos a Rubén Lena como un creador incansable, un educador apasionado y un hombre que supo plasmar en sus canciones el alma del Uruguay. Su música sigue viva, resonando en las voces de quienes la cantan y en la memoria de un país que le debe parte de su identidad. Porque como él mismo escribió, “las canciones son ríos que no dejan de andar”.