Aumenta el interés de Macron por América Latina, incluido Uruguay, sobre todo para el desarrollo de las energías renovables. La propuesta de “acuerdos de colaboración” en vez de TLCs cobra fuerza.
“Hay países de América Latina que pueden proporcionar recursos naturales y Francia puede aportar el conocimiento y las herramientas”, dijo un representante del ente a un grupo de periodistas de diversos países que visitan París, por invitación del gobierno francés, entre ellos El País.
El planteo fue claro: están dispuestos a apoyar el aumento de las inversiones de Francia en América Latina y no piensan que la guerra en Ucrania sea un obstáculo para ello. Es decir, los recursos del Estado francés se han volcado más a asuntos de seguridad y defensa, pero las inversiones son, básicamente, de empresas privadas que miran con interés la región, manteniéndose líneas de financiamiento para proyectos concretos, en especial para la transición energética.
Cabe recordar algunas de las compañías presentes en Uruguay: L’Orèal, Renault, Citroën, Edenred, Sofitel, Publics Group, Sanofi, Schenider Electric, Atos, Air Liquide, Mercure Hotel Mazars, entre otras.
El intercambio comercial entre Francia y América Latina alcanza solo el 2% del comercio exterior francés, mientras que el stock de inversión sí destaca con unos 43.000 millones de euros (US$ 46.700 millones), en su mayoría (70%) en Brasil.
En 2023, Francia llegó a los niveles de inversión que tenía antes de la pandemia y ha crecido en forma sostenida, según fuentes oficiales.
Entre 2017 y 2022, el financiamiento directo a esta región fue de 13.500 millones de euros (US$ 14.700 millones).
En todo caso, un alto funcionario del gobierno francés insistió en afirmar que “el sector privado está muy activo en invertir en América del Sur ahora”, y que no se ha reducido el financiamiento.
Las autoridades francesas reconocen que para los países será difícil de cumplir la nueva ley que especifica que productos que contribuyan a la deforestación o a la degradación de los bosques, no podrán ser importados a la Unión Europea.
Sostienen que varios países ya han mostrado avances en esa materia (no solo en América Latina, sino en Europa y los mismos productores franceses) y que su implementación será gradual, a partir de fines de este año. Matizaron las dificultades en el hecho de que Francia puede facilitar expertos e instrumentos para enfrentar el tema de la forestación, como lo está haciendo en Argentina con iniciativas vinculadas a la ganadería.
El acuerdo Unión Europea (UE)-Mercosur, trancado nuevamente desde el año pasado, es un asunto que Francia no descuida, si bien considera que este no se encuentra con sus intereses y gran parte de su lobby está dispuesto a frenarlo.
La propuesta del gobierno de Macron es lograr “progresos puntuales” en las relaciones con los países del bloque más allá del Mercosur, sustituyendo los TLC por “acuerdos de colaboración”. De esta manera se lograrían, al menos, ciertos avances en las relaciones en otras materias: científicas, sociales, educativas, etcétera.
No obstante las dificultades, el gobierno sostiene que cuantas más empresas francesas estén presentes en América Latina, más fuerza tendrán en la región y contribuirán al Producto Interno Bruto (PIB) a través de impuestos y otros aportes.