Ubicada a 43 kilómetros de la ciudad de Melo, en la zona rural de Puntas de Amarillo, departamento de Cerro Largo, la Escuela N.º 85 es hoy otro testimonio mudo del progresivo cierre de centros educativos rurales en Uruguay. Este año, sus puertas se cerraron definitivamente, arrastrada por la misma razón que afecta a decenas de instituciones similares: la falta de alumnos.
En su humilde estructura, aún se percibe la memoria viva de generaciones de niños y docentes que compartieron saberes, meriendas y juegos bajo la sombra de los árboles. Entre paredes sencillas que alguna vez alojaron sueños y pizarras llenas de palabras, la escuela resiste en pie, acompañada por el canto de los pájaros y la visita ocasional de algún animal.
El silencio que hoy envuelve al predio contrasta con el bullicio de otros tiempos, donde el timbre marcaba los recreos y el izado de la bandera abría cada jornada. La Escuela N.º 85 se convierte así en una nueva “tapera” del sistema educativo rural, un fenómeno que se repite en varias regiones del país, donde la despoblación y el éxodo hacia las ciudades siguen vaciando las aulas del interior profundo.
Mientras tanto, el edificio permanece allí, como un faro apagado, guardando en su quietud el eco de voces que ya no están. Otra historia que se suma a la larga lista de escuelas rurales cerradas, en un Uruguay que cambia de paisaje y ritmo, pero que no debería olvidar lo que alguna vez enseñó su campo.