Más que una simple bebida, el mate es un símbolo cultural y social en Uruguay. Acompaña cada jornada, marca encuentros entre amigos y es parte de la identidad nacional. Una reciente publicación de El País abordó los principales mitos y verdades en torno a esta infusión, además de repasar datos curiosos que refuerzan su importancia.
Los especialistas coinciden en que el mate es un potente antioxidante. Estudios confirman que contiene vitaminas B1 y B2, más de diez aminoácidos y minerales como sodio y potasio. Incluso, se destaca por superar en poder antioxidante a bebidas tradicionales como el jugo de naranja, el té verde y el té negro. Este aporte nutricional lo ubica como un aliado de la salud cuando se consume en cantidades adecuadas.
Pero no todo es mito ni todo es beneficio absoluto. Los expertos advierten que la temperatura a la que se toma el mate puede generar riesgos. Consumirlo excesivamente caliente, cercano al punto de ebullición, puede provocar lesiones en el esófago y aumentar la probabilidad de complicaciones digestivas. Otro aspecto a considerar es el proceso industrial: en algunos secados con humo se generan hidrocarburos aromáticos policíclicos, compuestos que no son inocuos y que obligan a moderar el consumo.
El artículo también recuerda que Uruguay tiene uno de los consumos per cápita más altos del mundo, cercano a los 8 kilos por persona al año. La ronda de mate, con el cebador y el paso de la calabaza de mano en mano, mantiene intacto su valor ritual y social. Su origen se remonta a los pueblos guaraníes, que lo incorporaron a su vida cotidiana mucho antes de la llegada de los europeos.
En síntesis, el mate uruguayo es más que una infusión: combina sabor, ciencia y ritual. Aporta nutrientes y antioxidantes, pero también exige cuidado en la forma de consumo. Entre mitos y verdades, se mantiene como un elemento inseparable de la vida diaria y de la identidad cultural del país.