El cometa 3I/ATLAS, descubierto el 1º de julio de 2025 por el telescopio del proyecto ATLAS en Chile, se ha convertido en el nuevo protagonista del debate astronómico internacional. Su paso por el sistema solar no solo despierta el interés científico por sus propiedades físicas inusuales, sino también por las hipótesis más controversiales del astrofísico de Harvard Avi Loeb, quien volvió a sostener que este cuerpo podría ser una nave espacial de origen extraterrestre.
Un visitante interestelar con comportamiento anómalo
El 3I/ATLAS es el tercer objeto interestelar detectado en la historia de la astronomía, tras ‘Oumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019). Viaja a 60 kilómetros por segundo y alcanzará su punto más cercano al Sol —el perihelio— el 29 de octubre, a unos 210 millones de kilómetros de distancia. Se espera que su máxima aproximación a la Tierra ocurra el 19 de diciembre, sin representar riesgo alguno para el planeta.
Desde su descubrimiento, el cometa ha desconcertado a los astrónomos por su inusual “anti-cola”, un chorro de material orientado hacia el Sol, en sentido contrario al de los cometas convencionales. Loeb interpreta este fenómeno como un posible “empuje de frenado” propio de un objeto controlado tecnológicamente. Según su teoría, esta desaceleración sería un paso previo a la formación de una cola tradicional.
La hipótesis de Avi Loeb
El científico israelí-estadounidense, conocido por su participación en el Proyecto Galileo y la Iniciativa Black Hole de la Universidad de Harvard, no es ajeno a la polémica. En 2019 ya había sugerido que ‘Oumuamua podía ser una sonda extraterrestre, y más recientemente vinculó esférulas metálicas halladas en el Pacífico con restos de otro visitante interestelar.
Loeb sostiene que 3I/ATLAS presenta características anómalas: una composición química atípica con dióxido de carbono, cianuro y una aleación de níquel no registrada en la naturaleza, además de una polarización extrema de la luz reflejada. “Estos indicios podrían apuntar a un origen tecnológico y posiblemente inteligente”, afirmó el investigador, quien considera el fenómeno un “evento tipo cisne negro” para la astronomía moderna.
Un objeto que desconcierta a la ciencia
Más allá de las hipótesis extraterrestres, los científicos coinciden en que el cometa posee propiedades únicas. Su actividad comenzó a grandes distancias del Sol, algo inusual en cuerpos de este tipo, y su color y brillo varían a medida que se aproxima, lo que sugiere cambios en la liberación de gases y materiales volátiles.
Las observaciones del Telescopio Óptico Nórdico de España confirmaron la aparición de una verdadera cola cometaria, mientras que la NASA captó imágenes del objeto con la cámara HiRISE, aún no divulgadas. Su núcleo de unos 20 kilómetros de diámetro lo convierte en el objeto interestelar más grande jamás detectado.
Trayectoria, antigüedad y vigilancia internacional
3I/ATLAS sigue una órbita hiperbólica, confirmando su origen interestelar. Su trayectoria casi alineada con el plano de la eclíptica llevó a Loeb a sugerir que esa disposición podría facilitar el acceso de una posible inteligencia extraterrestre al sistema solar.
Con una antigüedad estimada de 10.000 millones de años, el cometa sería una auténtica cápsula del tiempo galáctica, conteniendo material primigenio del universo temprano. La Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) lo mantiene bajo observación constante, destacando su “alto valor científico y educativo”.
Entre la ciencia y la especulación
Mientras gran parte de la comunidad astronómica considera las ideas de Loeb especulativas, el interés global por el fenómeno no deja de crecer. Según Google Trends, el cometa se ubicó entre las búsquedas más populares del mundo en los últimos días, impulsado por su visibilidad en el hemisferio sur y la curiosidad pública por los “mensajeros del cosmos”.
Sea un enigmático cuerpo natural o un artefacto tecnológico, el 3I/ATLAS ha vuelto a poner sobre la mesa una de las preguntas más antiguas de la humanidad: ¿estamos realmente solos en el universo?

