La elección departamental del domingo 11 de mayo dejó un reordenamiento político en el país que redefine los equilibrios de poder entre los partidos y dentro de ellos. El Partido Nacional logró retener la mayoría de las intendencias del interior, el Frente Amplio conservó sus bastiones metropolitanos, y emergieron tensiones internas que podrían marcar el futuro inmediato de cada fuerza.
Partido Nacional: hegemonía en el interior, pero con fisuras
Con 13 intendencias aseguradas y una más (Salto) ganada por el sector nacionalista de Carlos Albisu bajo el lema de la Coalición Republicana, el Partido Nacional (PN) se consolidó como la principal fuerza departamental. Su dominio se extiende desde Artigas hasta Maldonado, pasando por Florida, Paysandú, Colonia, Tacuarembó, entre otros.
No obstante, el triunfo vino acompañado de fracturas internas visibles, como el caso de Cerro Largo, donde Christian Morel venció al candidato oficialista José Yurramendi, en una elección que significó el quiebre del histórico dominio de Sergio Botana en el departamento. Situaciones similares se observaron en otros territorios, con listas internas compitiendo sin acuerdos y dirigentes marcando distancia con la conducción nacional.
Pese a perder el gobierno central en 2024, el PN mostró músculo territorial y se prepara para ejercer un rol opositor activo desde los gobiernos departamentales.
Frente Amplio: fuerte en Montevideo y Canelones, pero sin avances en el interior
El Frente Amplio (FA) mantuvo Montevideo y Canelones, donde gobierna a más del 60% de la población del país, y sumó una victoria importante en Río Negro. Sin embargo, perdió Salto, un departamento clave que había recuperado en 2020, y no logró avances significativos en el resto del interior.
En algunos departamentos incluso sufrió retrocesos marcados, como en Cerro Largo, donde perdió representación en la Junta Departamental y en varios municipios, lo que ha encendido alertas internas y generado llamados a una autocrítica profunda sobre la estrategia territorial y la articulación local.
A pesar de su reciente victoria nacional con Yamandú Orsi, el FA enfrenta el desafío de ampliar su base más allá del eje metropolitano, algo que sigue sin concretarse con fuerza.
Partido Colorado: Rivera como único bastión
El Partido Colorado conservó únicamente la intendencia de Rivera, sin conseguir consolidarse en otros departamentos ni capitalizar alianzas relevantes. Su rol en estas elecciones fue más bien marginal, limitado a acompañar candidaturas nacionalistas en algunas jurisdicciones como parte de la Coalición Republicana.
Un país dividido: capital y metrópolis frente al interior
El nuevo mapa político del Uruguay deja en evidencia una división territorial clara: el Frente Amplio domina las zonas más urbanas y densamente pobladas, mientras el Partido Nacional gobierna en la gran mayoría de los departamentos del interior.
Este equilibrio territorial, aunque fragmentado, proyecta una dinámica de contrapeso institucional que será clave en el relacionamiento entre el gobierno nacional y los gobiernos departamentales en los próximos años. También deja instalado un escenario con liderazgos departamentales fuertes que podrían tener influencia en la política nacional de cara a 2029.
Las elecciones dejaron, además, batacazos locales, derrotas dolorosas y escenarios inesperados que reconfiguran no solo el poder entre partidos, sino también las correlaciones internas. El período que se abre estará marcado por la recomposición, las lecturas internas y los primeros movimientos para capitalizar o corregir los resultados de mayo.