La departamental nacionalista de Cerro Largo realizó este miércoles un acto de homenaje al General Aparicio Saravia, en la plaza de Melo que lleva su nombre. La ceremonia se llevó a cabo al pie del busto del caudillo blanco, en el mismo lugar donde tradicionalmente se recuerda su figura.
El tributo se enmarcó en una fecha cargada de simbolismo: un 1 de setiembre de 1904 Saravia caía herido por una bala en la batalla de Masoller y un 10 de setiembre finalmente fallecía el caudillo blanco, en el enfrentamiento que marcó el final de la última guerra civil en Uruguay.
Durante el acto se destacó la vigencia de los valores que defendió Saravia, como la libertad, la justicia y el respeto a la Constitución, pilares que siguen inspirando a las filas nacionalistas más de un siglo después.
La conmemoración reunió a dirigentes, militantes y simpatizantes del Partido Nacional en Cerro Largo, quienes depositaron ofrendas florales y recordaron la figura del líder blanco en un ambiente solemne de memoria y respeto.
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La última batalla de Aparicio Saravia
El 1° de setiembre de 1904, durante la batalla de Masoller, un disparo hirió de gravedad a Aparicio Saravia. El caudillo, fiel a su estilo, se encontraba en primera línea junto a sus hombres, incluso en los momentos más riesgosos del combate. Contra todos los pronósticos, su ejército rebelde había logrado importantes victorias que complicaban seriamente al gobierno, lo que prolongó un conflicto que en principio parecía que se resolvería rápidamente en su contra. Sin embargo, las presiones sociales y políticas en Montevideo crecían: los grandes estancieros exigían al presidente José Batlle y Ordóñez una negociación, pero este se negaba convencido de que solo una derrota total de Saravia permitiría concretar su proyecto político.
La batalla fue especialmente dura. Ambos bandos contaban con armamento moderno y las bajas fueron numerosas. Cuando los combatientes blancos vieron a su líder caer herido, la desmoralización fue inmediata. Sin su principal conductor militar y espiritual, el ejército comenzó a dispersarse. Saravia fue trasladado a una estancia en territorio brasileño para recibir atención médica, pero los esfuerzos resultaron en vano: diez días después falleció a causa de la herida. Ninguno de los dirigentes del Partido Nacional logró mantener la cohesión de sus hombres, porque nadie podía ocupar en ese momento el lugar del caudillo.
Con su muerte, no solo se apagó la vida de un líder, sino que nació la leyenda del último caudillo rural en la historia uruguaya. Los derrotados firmaron la paz de Aceguá, y el país entró en una nueva etapa. Bajo el liderazgo de José Batlle y Ordóñez, comenzaron a gestarse las bases del Uruguay moderno del siglo XX, marcando un cambio profundo en la vida política y social del país.
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