Lo que empezó como una prueba piloto en 2015 con algo más un 1% de la población de Islandia, alrededor de 2.500 trabajadores, se tradujo en el apoyo del 86% de los empleados involucrados. En 2019 se formalizaba la adopción oficial de la semana de cuatro días laborales que, desde entonces, no ha dejado de crecer.
El 90% de los trabajadores ha pasado de 40 a 36 horas semanales.
La productividad se ha mantenido o mejorado tras el cambio.
Pese a que no se aprobó como una ley general, sí se pusieron en marcha los acuerdos necesarios para que los trabajadores pudiesen negociar las semanas de cuatro días o alternativas en forma de reducciones de horas. Todo lo que defiende el 81% de los jóvenes de la Generación Z se ha ido confirmando punto por punto.
Los miedos iniciales de Islandia eran los mismos que se han visto en otras pruebas como las de la semana laboral de 4 días en Alemania. Preocupaba el impacto en la productividad, los costes adicionales que comportaría la medida, y la adaptación para poder cumplir con las expectativas de lo que se hacía hasta el momento.
Desafiando esas preocupaciones iniciales, la jornada laboral de cuatro días de Islandia ha resultado ser el ejemplo perfecto de que, frente a la productividad, el ritmo se ha mantenido igual o incluso ha mejorado. La clave está en otro de los aspectos clave que destaca la Generación Z, el cómo la salud mental es capaz de revolucionar nuestra forma de trabajar.
Según los informes islandeses, gran parte del éxito de la adopción entre ese 86% de los empleados está en cómo la reducción del estrés se ha traducido en un mayor bienestar para los trabajadores. La clave está en que, promoviendo una mayor igualdad de género, e invitando a los hombres a involucrarse más en la vida familiar, la flexibilidad en los horarios ha permitido que las personas se adapten mejor a su día a día.
Islandia ofrece una de las infraestructuras de internet más sólidas y avanzadas no sólo de Europa, sino del mundo, lo que facilitando conexiones rápidas y estables a lo largo y ancho de su territorio, incluso en zonas rurales, ha permitido que la productividad no decaiga tras adoptarse medidas adicionales como el apoyo al trabajo en remoto.
Durante los últimos años el gobierno islandés ha convertido en parte de su bandera una digitalización de empresas y servicios públicos que, ofreciendo incentivos para sumar nuevas tecnologías a sus procesos, han demostrado una notable mejora en la eficiencia de sus trabajadores.
Sus jóvenes de la Generación Z, además, se han criado en un entorno en el que la tecnología en las aulas ha ido creciendo exponencialmente, lo que implica que al llegar el momento de sumarse a ese entorno laboral digitalizado, la adaptación sea mucho más rápida y fácil para todos.