La reciente caída récord de la moneda de Brasil frente al dólar ha desestabilizado las finanzas del país. Se prevé un aumento de la inflación.
La semana pasada, el real registró la mayor devaluación de su historia. En menos de 48 horas, la moneda brasileña se desplomó frente al dólar, que pasó de 5,81 a 6,11. El real también registró el segundo peor desempeño del mundo en noviembre, justo por detrás del rublo ruso. Esta dramática aceleración se produjo inmediatamente después del anuncio realizado el miércoles por el Ministro de Hacienda, Fernando Haddad, en un mensaje grabado y difundido por todas las cadenas nacionales de televisión. Se trata de la exención de impuestos para todos aquellos que ganen hasta 5.000 reales (837 dólares) al mes, unos 30 millones de personas según datos de Unafisco, la asociación de auditores fiscales de la Receita Federal.
Para compensar la pérdida de recaudación con la ampliación de la exención, el gobierno también ha anunciado la creación de un impuesto del 10% para quienes ganen más de 50.000 reales (8.369 dólares) al mes.
En estos mismos días, el Banco Central de Brasil publicó un informe titulado “Estadísticas Fiscales” en el que revela que, por primera vez en su historia, la deuda pública de Brasil superó los 9 billones de reales (1,5 billones de dólares), cerca del 78,64% del Producto Bruto Interno.
En el paquete de medidas para frenar el gasto público, sin embargo, los sectores más pobres de la población pagarán el precio más alto. El aumento del salario mínimo se limitará entre el 0,6% y el 2,5%.
Según los expertos, la probabilidad de que el Ejecutivo se quede sin dinero para invertir en otros sectores a partir de 2028 es alta, lo que aumenta el riesgo de un apagón en el sector público.
El Banco Central lleva meses advirtiendo en sus boletines de los riesgos de un gasto público fuera de control y de su impacto fiscal.
Según datos de la empresa de análisis de inteligencia de mercado Cortex, desde 2014 hasta agosto de este año se abrieron 11,6 millones de tiendas y se cerraron 7 millones en Brasil. Lo que significa que, por cada 10 nuevos comercios, cerraron seis. El endeudamiento de los ciudadanos también crece: 72 millones de brasileños son morosos y, por lo tanto, tienen dificultades para consumir.
Mientras tanto, en los próximos dos años podría estallar otra bomba en la economía brasileña, la inmobiliaria.