Un mural que guarda historias

Además de la pintura mural, el equipo se encuentra rodando un documental que complementa la experiencia artística y rescata testimonios de vecinos vinculados a los espacios intervenidos.

Según Loredana Morando, directora del proyecto audiovisual, el objetivo es recoger anécdotas, recuerdos y emociones en torno a los lugares elegidos, generando un registro que trascienda la obra plástica.

“El mural es la excusa para que la gente se acerque, traiga ideas, nos encontremos y construyamos juntos. Queremos que esas voces queden plasmadas también en el documental”, explicó Morando.

Arte como motor de transformación

Para los artistas, pintar las paredes del pueblo no es solo una expresión estética, sino un acto de recuperación social y cultural.

Germán Martínez, otro integrante del colectivo, señaló que la experiencia “permite encontrarse con la vida cotidiana del pueblo y con su gente”.

“A través del arte se puede generar movimiento, participación y apropiación de los espacios. Lo importante es que el mural se convierta en un punto de encuentro”, afirmó.

El proyecto cuenta con el apoyo del Fondo Regional para la Cultura del MEC, la Dirección General de Cultura de la Intendencia de Canelones, el Municipio de San Ramón, Studio GT y BO! Comunicación.

Memoria, color y comunidad

La más reciente intervención, titulada “Memoria de las Vías”, refuerza el espíritu del colectivo: construir comunidad desde el arte, resignificar espacios abandonados y recuperar la historia local.

Desde su inicio, “Pueblo de casas pintadas” ha invitado a vecinos, instituciones educativas y artistas de todo el país a participar en un proceso abierto y colaborativo.

“San Ramón se mueve, se pinta, se filma, se recuerda. Y todo eso lo hace su gente”, señalaron los impulsores en un comunicado.

Voces del pueblo

Entre los testimonios que inspiran las obras se destaca el de Neris Omar Martínez, vecino de la zona, quien vivió en una de las casitas de la antigua estación ferroviaria, hoy convertida en mural.

“Llegamos al pueblo en el año 66. Mi padre era capataz de cuadrilla y estudiábamos en la estación. Me emociona ver este trabajo de los jóvenes, porque lograron recuperar algo: la alegría”, recordó emocionado.

Con cada mural, San Ramón renueva su identidad y demuestra que el arte público puede ser una herramienta poderosa para reconstruir la memoria colectiva y fortalecer los lazos comunitarios.

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