La campaña de maíz 2024-2025 en Uruguay marcó un hito sin precedentes en la agricultura del país. Según datos oficiales, se sembraron más de 262.000 hectáreas, la mayor superficie destinada al cultivo desde que se tienen registros. A eso se suman rendimientos promedio estimados en 6.500 kilos por hectárea, lo que podría llevar la producción total por encima de 1,7 millones de toneladas.
El auge del maíz en esta zafra se explica por varios factores. En primer lugar, el fuerte crecimiento del maíz de segunda —sembrado tras la cosecha de soja—, que pasó de apenas 20.000 hectáreas en 2017 a más de 130.000 en la actual campaña. En segundo término, las buenas condiciones climáticas y el control efectivo de plagas, como la chicharrita, permitieron preservar los cultivos. En los predios con riego, algunos productores alcanzaron picos de rendimiento que superaron los 10.000 kilos por hectárea.
A diferencia de otros cultivos como la soja y el arroz, cuya comercialización se centra en el exterior, el maíz uruguayo se destina en su mayoría al mercado interno, especialmente para alimentar ganado, aves y tambos. Pese a que los precios internacionales del cereal se mantuvieron bajos —alrededor de US$ 200 por tonelada, frente a los más de US$ 250 que promediaban en años anteriores—, la alta productividad permitió márgenes de rentabilidad incluso superiores a los de la soja.
Otro dato relevante es el volumen de stock registrado: en junio, Uruguay acumulaba más de 250.000 toneladas de maíz, el mayor nivel en al menos 15 años. Este récord de inventario coincide con una cotización internacional deprimida, lo que representa un desafío para una eventual colocación en mercados externos.
De cara a la próxima zafra 2025-2026, las perspectivas son alentadoras. Analistas del sector estiman que la superficie destinada al maíz podría superar por primera vez las 300.000 hectáreas, impulsada por la consolidación del maíz de segunda y el uso creciente de riego.
A pesar del escenario favorable, los productores mantienen la cautela. La amenaza de plagas, los costos logísticos y la incertidumbre del clima —especialmente para el maíz tardío— siguen siendo factores a monitorear. Con todo, la zafra que culmina se inscribe como una de las más exitosas del agro uruguayo en los últimos años, y posiciona al maíz como un cultivo cada vez más estratégico para el país.