Uruguay mantiene reservas sólidas y supera el nivel exigido para enfrentar una crisis tipo 2002, según evaluación del BCU

Uruguay está hoy mejor preparado que hace dos décadas para enfrentar un eventual shock económico y financiero similar al que azotó al país en 2002. Así lo indica un análisis reciente del Banco Central del Uruguay (BCU), que evaluó la suficiencia de las reservas internacionales ante un escenario extremo compuesto por una corrida bancaria, tensiones cambiarias y dificultades para acceder al financiamiento, tal como ocurrió en aquel momento.

La crisis de 2002 combinó factores externos —como el colapso argentino y la fuerte devaluación en Brasil— con debilidades internas: tipo de cambio fijo, fallas de supervisión bancaria y atraso en la corrección del gasto público. De acuerdo con las autoridades, esas vulnerabilidades hoy están corregidas, pero la revisión periódica del nivel de reservas sigue siendo clave.

Reservas de “confort”: cuánta liquidez se necesita ante un shock

El BCU define como “reservas de confort” al monto mínimo de activos externos necesarios para cubrir, de forma simultánea, tres riesgos críticos:

  • Necesidades de financiamiento del propio BCU si no pudiera emitir Letras durante cinco meses.
  • Vencimientos de deuda del sector público durante un período de 13 meses sin acceso a los mercados internacionales.
  • Eventual corrida bancaria que implique retiros masivos de depósitos en moneda extranjera.

Tomando como base un estudio técnico del Central elaborado en 2011, se estimó nuevamente cuánto dinero sería necesario en un escenario de crisis comparable al de 2002. El ejercicio —publicado en el Informe de Política Monetaria del tercer trimestre— determinó que, al 31 de agosto de 2025, Uruguay hubiera requerido US$ 16.140 millones para enfrentar todos esos riesgos simultáneamente.

¿Las reservas alcanzan? Sí: hay una holgura de US$ 2.348 millones

Según el informe, a fines de agosto el stock de activos de reserva del BCU ascendía a US$ 18.488 millones, lo que deja un margen adicional de US$ 2.348 millones sobre el nivel de “confort” requerido.

El Central calificó esta diferencia como “una posición financiera muy sólida”, destacando que el perfil de vencimientos de deuda no presenta presiones significativas en el corto plazo: más de dos tercios de las obligaciones se concentran después de 2028.

Cómo se distribuyen y administran las reservas

En su Informe de Gestión de Activos de Reserva —actualizado a septiembre de 2025—, el BCU detalla que cuenta con cuatro grandes fondos con objetivos específicos:

  • Fondo Liquidez: US$ 7.531,6 millones
    • US$ 6.472,8 millones en dólares
    • Equivalentes a US$ 1.049,7 millones en euros
    • Equivalentes a US$ 9,1 millones en libras, yenes y francos suizos
  • Fondo Precautorio: US$ 2.000 millones (en dólares)
  • Fondo Inversión: US$ 2.609,4 millones (en dólares)
  • Fondo Especial: US$ 5.266,9 millones
    • US$ 3.370,2 millones en dólares
    • Equivalente a US$ 421,2 millones en yuanes
    • Equivalente a US$ 365,5 millones en reales
    • Equivalente a US$ 109,9 millones en pesos mexicanos
    • Además, US$ 1.000,1 millones bajo administración externa (MBS, corporativos, ESG y SRI)

A estos fondos se suman US$ 1.029,9 millones en Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI, US$ 53,5 millones en billetes físicos ubicados en la bóveda del BCU y US$ 29,6 millones en otros activos.

El Central subraya que el objetivo principal de estas reservas es garantizar liquidez, asegurar la capacidad de intervención en el mercado cambiario, atender el servicio de deuda externa y actuar como un “seguro” ante shocks severos.

Conclusión: un colchón robusto ante escenarios adversos

Con reservas que superan ampliamente el nivel requerido para resistir una crisis similar a la de 2002, Uruguay se posiciona hoy con una fortaleza financiera que reduce la probabilidad de episodios de inestabilidad severa. Las autoridades remarcan que la acumulación y adecuada gestión de estos activos contribuye también a mejorar la percepción de riesgo del país y a mantener un acceso fluido al financiamiento internacional.

El monitoreo continuará periódicamente, en un contexto global donde las tensiones económicas y geopolíticas exigen prudencia y anticipación.

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